miércoles, 10 de noviembre de 2010

Literatura o Historia, Ficción o Realidad, ¿Somos escritores o historiadores?

Hola chicos, supongo que este tema os sonorá de algo,¿no?.
Pues sí. Yo he estado reflexionando(pero no voy a decir mucho, porque eso es parte del trabajo de Historia y ficción) y he llegado a la conclusión de que los historiadores en buena medida tienen algo de creadores artísticos, aunque no todos. Además considero que su función ha sido igual de importante como los autores y escritores a la hora de recoger todo el caudal de información del pasado índigena. Por ello, creo que mi trabajo tratará este tema desde un historiador en concreto: José Fernández Ramírez. Y por si queréis echarle un vistazo aquí os dejo un pequeño resumen sobre este gran personaje.

Es un historiador eminente y un destacado político. Nacido en Parral, Chihuahua, el 5 de mayo de 1804, vivió buena parte de su vida en Durango, en donde se avecindaron sus padres, y en esta ciudad realizó sus primeros estudios, los cuales prosiguió en Zacatecas, en donde obtuvo su título de abogado en 1823.
En Durango inició su actividad literaria y la formación de su primera gran biblioteca, rica en obras de jurisprudencia, historia y literatura, actividades a las que consagrose toda su vida. Afiliado al partido liberal, del cual fue miembro eminente, representó a Durango ante el Congreso Federal en 1833, y dos años después fungió como Secretario de Gobierno de ese Estado. En 1841 presidió el Tribunal Mercantil, y en 1844 dirigió el Periódico Oficial. Nuevamente diputado por Durango ante el Congreso Federal en 1842, fue designado Senador de la República en 1845 y 1847. Su inteligencia, laboriosidad y capacidad le distinguieron en la capital, lo que le valió ser nombrado Ministro de Relaciones Exteriores en 1846?1847 y luego en 1851 y 1852, y Ministro de la Suprema Corte de Justicia en 1851. Fue además Miembro de la Junta de Notables en 1843. Consejero de Estado en 1846, Rector del Colegio de Abogados en 1837 y 1839, y Ministro de Relaciones Exteriores bajo el segundo Imperio, 1864?66. Más importantes que estos puestos político?administrativos fueron los de Presidente de la Junta de Instrucción Pública, en 1842; Director del Museo Nacional, 1852; Presidente de la Junta Directiva de la Academia de Bellas Artes, 1855?56.
Colaboró en varios periódicos, principalmente en el Museo Mexicano, y en obras colectivas, como el Diccionario universal de historia y geografía dirigido entre otros hombres por Manuel Orozco y Berra.
Además de sus trabajos jurídicos reveladores de su dominio de esa rama del saber, sus conocimientos amplios de la teoría política y la jurisprudencia, su producción más relevante es la histórica. La historia precolombina le cuenta como uno de sus más destacados cultores, al grado de que puede hablarse de una historia antigua antes de Ramírez y otra posterior a él, ya que él, con riguroso método y firme inteligencia, elaboró las bases científicas de esa disciplina, así como la enriqueció con notables estudios y con la crítica de numerosas obras. La historia del periodo virreinal tuvo en Ramírez destacado cultor. Sus estudios en torno del siglo XVI y varios personajes de esa centuria, son por su saber, serenidad de juicio y expresión formal obras señeras, como ocurre con su Fray Toribio de Motolinía. De erudición comparable a la de Joaquín García Icazbalceta, conocedor de la literatura histórica europea y norteamericana más destacada de su tiempo, sus apreciaciones en torno de la historia de la cultura, de la colonial de México y del valor de los aportes indígenas e hispanos a la cultura mexicana, es notable.
Hombre de clara visión, patriota ejemplar e historiador honesto, la agitada vida política del siglo diecinueve le conmovió, y de muchos de sus aspectos, entre otros la guerra con los Estados Unidos, dejó páginas admirables por su ejemplaridad, por su reflexión honda y sincera.
De su producción vasta y rica se editó una parte, la cual revela su constante actividad literaria. Buena parte está dispersa en periódicos y revistas de la época y muchos estudios inéditos. A más de sus biografías de personajes indígenas, y la que consagró a Motolinía, destacan las Notas y esclarecimientos a la Historia de la Conquista de México de William Prescott, la edición de la Historia de las Indias de fray Diego Durán, del Proceso de Residencia contra Pedro de Alvarado y de varios códices como el Quinantzin, el Aubin, el Lienzo de la Peregrinación. Victoriano Agüeros, en su Colección de Escritores Mexicanos, reunió en cinco volúmenes algunos de los estudios de Ramírez. Nosotros preparamos amplio estudio en el que incorporamos varios trabajos inéditos que dan idea de su amplia concepción histórica, firmeza y rectitud en sus juicios, profundos conocimientos, rigurosos métodos.
Mezclado en la política del país, angustiado como muchos otros mexicanos por el porvenir de la patria, accedió a servir en la administración de Maximiliano, en la que impuso su criterio liberal. Consciente del equívoco cometido, retirose a Alemania, en donde prosiguió sus trabajos históricos. Murió en Bonn el 4 de marzo de 1871, añorando su patria por la que tanto había luchado.
José Fernando Ramírez representa al primer gran historiador del siglo XIX mexicano, y su obra es comparable tan soló con la de Joaquín García Icazbalceta y la de Manuel Orozco y Berra. Sus estudios sirvieron para que Alfredo Chavero y Orozco y Berra pudieran escribir sus obras en torno del México antiguo. En cuanto a concepciones históricas, únicamente puede equipararse a la suya la colosal labor emprendida posteriormente por don Francisco del Paso y Troncoso. No fue sólo un coleccionista, sino un hombre que tuvo en mente la necesidad de reunir los dispersos y diversos testimonios históricos que México requería, estudiarlos y editarlos críticamente. Puso los cimientos de la interpretación de los códices y jeroglíficos y apreció la necesidad de dominar las lenguas indígenas para penetrar en el conocimiento auténtico de muchos testimonios. Actor y testigo de la historia de varias décadas dramáticas, supo captar a más de los cambios sustanciales y sus líneas rectoras, los intereses contrapuestos de las facciones enemigas, los móviles íntimos de la conducta de muchos de sus contemporáneos de quienes trazó penetrantes retratos y el devenir de México pausado en acciones, en otras desbordado y trágico y en el que siempre advirtió la presencia de recios caracteres y anheló la acción honesta, firme y continua que pudiera encauzarnos segura y eficazmente para hacer de México el país grande y respetable por el que trabajó y luchó toda su vida.

1 comentario:

  1. Siempre seré una defensora de las relaciones entre literatura e historia... No podemos olvidar que la Historia se escribe, es narrada y por tanto parcial y subjetiva. Por otro lado, la literatura no se puede concebir si no hay una Historia detrás que la contextualice y la respalde. A mí me parece que se aprende mucho más teniendo en cuenta los movimientos literarios y artísticos de un período (así como los movimientos sociales, etc. que tuvieron lugar en ese período) que mirando sólo a los acontecimientos "históricos" (cracks económicos, etc.)
    Por otro lado, la lectura de 1984, por poner un ejemplo típico, será más rica si la contextualizamos y la ponemos en relación que si simplemente cogemos el texto por el texto. :)

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